Bendita afonía

Corren tiempos nuevos en el Calderón, la grada de inicio está muy fría, los jugadores saltan al campo juntos y no ha lugar a los antológicos recibimientos al equipo de antaño y las impresionantes pitadas al equipo rival. El Frente Atleti ya no hace tifos y terminan de entrar al estadio bastante tarde tanto ellos como el resto de aficionados.
Pero en estos tiempos que corren los aficionados no tenemos tiempo de aplaudir ya que tenemos las manos ocupadas frotándonos los ojos.
El equipo juega bien, transmite y la grada lo sabe apreciar. A medida que avanzan los minutos el graderío va calentándose y el inagotable aliento del Frente Atlético se va notando y contagia al resto de la grada. Los goles ya no se celebran como épicos y como algo difícil de conseguir, nos estamos acostumbrando a levantar los brazos y no precisamente para protestar.
La grada del Vicente Calderón sabe que algo gordo se está cociendo, que tanto esfuerzo económico no puede caer en saco roto y que la mala suerte de siempre desaparece.
Os puedo asegurar que desde hace una década no me pierdo apenas un partido en el Calderón y por muchos batacazos que me haya llevado el olor a césped me sigue poniendo los pelos de punta. La salida del vomitorio y la bajada de las escaleras hacia mi asiento me abre los ojos, me pone el corazón acelerado y mis ojos brillan como los de un enano de esos que esta tarde otoñal han poblado las gradas con sus molestas bocinas. Uno jamás dejará de gritar como un loco y abrazarse a amigos y extraños cuando la pelota acaricia las mallas.
Pero la verdad es que todo esto que os cuento se estaba agotando, mis cuerdas vocales me lo estaban agradeciendo, y yo estaba mucho más calmado, no tenía apenas motivos para la euforia salvo un par de partidos por temporada.
Esta tarde un joven contemporáneo mío me ha levantado de mi asiento y ha hecho que mis cuerdas vocales vuelvan a su estado habitual de sufrimiento; no te puedes resistir y lo que antes era un murmullo ahora es un grito de guerra.

KUN KUN KUN KUN

GRACIAS